domingo, 13 de junio de 2010

"Ora, ¿pos qué tomé?"

Algunos gatos, al perder las primeras siete vidas, se quedan con ganas de otra. Éste, por ejemplo, parece haberse apoderado de la sala de su dueña después de muerto y verdadeDios que me sacó un pinche susto…

Me llamó la atención que tiene un ojo azul y otro amarillo –favor de ver con minuciosidad e imaginación la imagen-, por eso me acerqué a la ventana a fotografiarlo, pero cuando me sintió cerca, se largó. Preparé mi celular para la siguiente foto –que es por sí mismo un reto, dado que soy científicamente idiota para la tecnología- y esperé a que el felino apareciera debajo de la mesa, atrás del sofá, por la puerta de la cocina… ¡y el méndigo pegó el brinco al pretil interior de la ventana, justo frente a mí!

La foto se tomó sola porque apreté el dedo como reacción, pero en lugar de sonar click, como es usual, lo que se escuchó fue un muy mexicano ¡Ay, cabrón!

Unas horas después revelé el rollo (es decir, daunlodié el archivo) y descubrí que no nada más veo muertos, sino que los fotografío… y son mascotas. El gato, por su parte, no parece ni mínimamente (mininamente) preocupado, es más, tiene la misma mirada de gandalla que le he visto al franelero de mi colonia.

Muerto o no, la imagen de este gato (Pelusa, digamos) podría aparecer en cualquier sitio fake de Carlos Trejo o en el de Difíciiiil… De Creer.

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