Ésta es una de tantas esculturas exhibidas en el Museo Nacional de Arte de la capital, lo que la hace única es que el artista se mostró poco generoso en su obra, le faltó yeso a las tres de la madrugada del día de entrega o hacía fría en su estudio.
Lo primero que me imaginé es la demanda del modelo y su reclamo airoso… Tenía razón, porque seguramente después de esto vivió un infierno en sus noches de ligue: “Ah, ¿eres tú el de la escultura? Chiquiiiitooo”. Nótese por favor que, para proteger a inocentes, evité mencionar al artista, la obra y su fuente de inspiración, que más que fuente fue un chorrito.
Quizás andaba yo en ácidos, pero despuecito supuse que las modelos de Modigliani, con sus caras largas en forma de zanahoria, tampoco estarían contentas, ¿y qué decir de Brueghel El Viejo, de El Greco, de El Bosco o de Manuel Rodríguez Lozano? Vaya, cualquiera pensaría que se inspiraron en los invitados de Laura en América para formar su catálogo de creaciones.