domingo, 26 de septiembre de 2010

Le faltó yeso al artista...

Ésta es una de tantas esculturas exhibidas en el Museo Nacional de Arte de la capital, lo que la hace única es que el artista se mostró poco generoso en su obra, le faltó yeso a las tres de la madrugada del día de entrega o hacía fría en su estudio.

Lo primero que me imaginé es la demanda del modelo y su reclamo airoso… Tenía razón, porque seguramente después de esto vivió un infierno en sus noches de ligue: “Ah, ¿eres tú el de la escultura? Chiquiiiitooo”. Nótese por favor que, para proteger a inocentes, evité mencionar al artista, la obra y su fuente de inspiración, que más que fuente fue un chorrito.

Quizás andaba yo en ácidos, pero despuecito supuse que las modelos de Modigliani, con sus caras largas en forma de zanahoria, tampoco estarían contentas, ¿y qué decir de Brueghel El Viejo, de El Greco, de El Bosco o de Manuel Rodríguez Lozano? Vaya, cualquiera pensaría que se inspiraron en los invitados de Laura en América para formar su catálogo de creaciones.

Está bien, el arte no se fija en detalles, el arte trasciende y rompe fronteras de tiempo y pensamiento, pero nada le quitaba al escultor ponerle un poquito más de yeso en su dignidad a esta pieza, o de plano quitarse de problemas de dimensión como lo hicieron otros: Con una hoja de parra y se acabo. Con el peligro de que, en este caso, le hubiera puesto una hoja de hierbabuena nomás por joder.

viernes, 17 de septiembre de 2010

"Ándale, chiquita, duérmete otro rato"

Pocos animales son tan majestuosos como los tigres blancos, son de mis animales preferidos. No se percuden, no pierden la línea aerodinámica y estética, tienen una mirada retadora y a la vez tranquila… Aunque a veces se parecen mucho a los humanos.

En esta imagen, podemos imaginar a la tigresa enojada porque el tigre llegó a deshoras y con aliento a carne cruda, quizás hasta con arañazos de otras garras. Ella tiene gesto de “sácate de aquí, quítame tu garra ¡y no me digas ‘mi gatita’, ya sabes que me choca”, mientras el felino, amodorrado, le dice entre colmillos “yaa, gordita, acuéstate otro rato, unas cinco horas más…”

A juzgar por la foto, las hembras de muchas especies castigan a los machos después de que éstos tuvieron sus excesos, es una ley del orden cósmico. Es casi seguro que ella levantó a su pareja a punta de rugidos: “Te me largas aho-ri-ta, sacas a los cachorros a jugar y de regreso me traes siete kilos de antílope Miranda, ¡y ahí de ti donde te vea rondando a las panteras!”

Él se resignará, rugirá un par de veces y los demás tigres, a lo lejos, se burlarán como hienas del infortunado vecino, el que se sacó a la tigresa en la rifa.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Como pulpo de Superama

Hay algo envidiable en la naturaleza de un pulpo: Fuera del agua y especialmente en las hieleras de Superama, parece gordo en playa. Se desparrama hacia cualquier lado, la existencia le es intravenosa, las declaraciones de Fernández Noroña no lo incomodan… Eeeeesa es vida.

La foto no le hace justicia porque en su medio natural el pulpo es bello, sexy, es cadencioso; seguramente las medusas dirán “Ay, mira Mana, ve cómo se mueve” y le querrían gritar “Papaciiito, me falta zooplancton para tanto tentáculo”.

Chale, lo naco es espontáneo.

Decía; el molusco en cuestión no tiene relación ni con Calamardo, el de Bob Esponja; ni con Paul, aquel que adivinó el resultado entre España y Alemania en Sudáfrica 2010 y que ahora seguramente ya ce en su tinta. El de la imagen es un pulpo de bajo perfil, uno que pronto será llevado al restaurante Culichi Bichi para dejar este mundo sin gloria, pero tuvo por lo menos la fortuna de pasar sus últimos días tirando la flojera con placer: Acostadito en hielo, con sus ojotes cerrados, sus tentáculos expuestos al viento y guardando toda su tinta para el momento de la expulsión final.

Ni un gordo en playa puede tener una despedida tan especial.