viernes, 17 de septiembre de 2010

"Ándale, chiquita, duérmete otro rato"

Pocos animales son tan majestuosos como los tigres blancos, son de mis animales preferidos. No se percuden, no pierden la línea aerodinámica y estética, tienen una mirada retadora y a la vez tranquila… Aunque a veces se parecen mucho a los humanos.

En esta imagen, podemos imaginar a la tigresa enojada porque el tigre llegó a deshoras y con aliento a carne cruda, quizás hasta con arañazos de otras garras. Ella tiene gesto de “sácate de aquí, quítame tu garra ¡y no me digas ‘mi gatita’, ya sabes que me choca”, mientras el felino, amodorrado, le dice entre colmillos “yaa, gordita, acuéstate otro rato, unas cinco horas más…”

A juzgar por la foto, las hembras de muchas especies castigan a los machos después de que éstos tuvieron sus excesos, es una ley del orden cósmico. Es casi seguro que ella levantó a su pareja a punta de rugidos: “Te me largas aho-ri-ta, sacas a los cachorros a jugar y de regreso me traes siete kilos de antílope Miranda, ¡y ahí de ti donde te vea rondando a las panteras!”

Él se resignará, rugirá un par de veces y los demás tigres, a lo lejos, se burlarán como hienas del infortunado vecino, el que se sacó a la tigresa en la rifa.

1 comentario:

  1. Es de las mejores fotos y textos. Definitivo retrata cualquier escena de matrimonio promedio en domingo, el ñor dormidote y la doña diciendo: ash!

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