domingo, 17 de abril de 2011

"Disculpe, ¿aquí tramitan licencias?"

Éste es Galio, la mascota de un compa. En su afán por “ser alguien” en la vida, decidió que llegaría a ser el mejor perro guía de un ciego y le dijeron que necesitaría licencia, lo que no le advirtieron es que no podía tramitarla él.
Se levantó temprano, hizo fila como para la visa americana y, al llegar su turno, vino el sacón de onda: La señora enojona de todos los trámites le dijo que era indispensable la presencia de su ciego. “¿Cómo, señorita? Pero si no puede venir, no ve nada, por eso quiero la licencia”, pero la mujer tenía genio de Rottweiler, ladraba como Chihuahua y su rostro mostraba la amabilidad de un Pitbull pateado, “Pues hágale como quiera, pero necesito su firma y no sirve una huella de tres bolitas”.
Galio, que nunca ha sido dejado, pidió ver al supervisor –nunca calculó que éste era amante de los gatos- y se armó la de Dios es padre; hubo mordidas, correteos, gruñidos y fue necesario llamar a la perrera de la delegación. La imagen, que lo ubica en lugar y fecha, es parte de las indagatorias y fue captada por la cámara de seguridad de las oficinas.
A Galio le inventaron cargos, desde defecar en vía pública, hasta “portación ilícita de collar de dudosa procedencia” –dicen que incluso le querían inventar una violación a una French Poodle vecina, pero no procedió por la mala reputación de la interfecta-, y es que el abogado de la parte acusadora resultó ser un perro. A la fecha, seguimos llevándole Pedigree a su jaula, pues dice que la comida es malísima porque le dan lo mismo que a los humanos.
Galio, estamos contigo.

1 comentario:

  1. Ay ternura! Pero que bueno que no procedió lo de la french, sabemos que tienen pésima reputación...

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