No fue suficiente ver los colegios LaSalle en Satélite decorados a la Harry Potter, tampoco nos bastó con los variopintos videojuegos del famoso mago ni con las chavas vestidas de Hermione y sus papás –con cara de Hagrid- peleándose en Gandhi un ejemplar de “Harry Potter 77, cinco maguitos en Las Vegas”. Ahora el Munal también se viste de la saga.
“¿Casualidad, o destino?” (chale con mis referencias).
Esta imagen del Museo Nacional de Arte, en el DF, nos hace recordar el castillo de Hogwarts (que es como una UVM para magos) e imaginar que en su patio interior se lleva a cabo un juego de Quidditch (panbol “mientras vuelas”, como seleccionados del TRI) entre los vietnamitas de la prepa 9 y Perros Negros de Naucalpan.
Con eso de que Harry Potter presume más licencias para marcas que el Gobierno del Distrito Federal para mercados ambulantes, cualquiera podría pensar que este antiguo museo cayó en la tentación. Tranquiliza un poco saber que el recinto tiene más de cien años, por lo que no es precisamente producto de la mercadotecnia… A no ser que Porfirio Díaz, visionario dictador, haya pensado construir un edificio para la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas que con el tiempo fuera convertible en Wal*Mart, Sanborns o se vistiera de la casa Gryffindor.
En fin, que en cada recorrido con mi novia por el Munal, siento que los cuadros van a cobrar vida o las escaleras se van a mover. Dioses del Olimpo, les pido que me hagan completamente nerd, ratón de museo o adorador de la mercadotecnia, pero no me dejen a medias. Se siente gacho.
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