No hay duda: O es La Muñeca Fea de Cri-Crí, o una chavita de grupo prefabricado pop con varias operaciones fallidas.
Muchos de nosotros hemos tenido la oportunidad de ir a La Isla de las Muñecas, aterrador pasaje en las inmediaciones de Xochimilco donde “dicen que espantan”… como en todo México. Nomás vemos algo tétrico y claro, le embutimos una historia de fantasmas. Pero en este lugar sí pasó algo: Los cronistas oficiales cuentan que se ahogó una joven y que Julián Santa Ana Barrera, lugareño, se protegía del alma en pena de la desdichada con las muñecas reconstruidas, sin embargo, la versión romántica indica que el mismo Julián fue “plantado” en la iglesia el día de su boda y que se desquició sin remedio. Desde entonces se dedicó a hacerle un altar a su siempre amada con muñecas.
Lo que es notorio a partir de la imagen es que la cara y el cuerpo no pertenecen (me acordé de Adela Micha no sé porqué), pero lo verdaderamente inquietante es que las manitas que le puso Julián a esta obra son las de una estatua de iglesia. Fíjense como están en posición de rezo o plegaria. Chale.
Para rematar, las “niñas de plástico” se encuentran colgadas de varios árboles, lo que nos obliga a recordar los carboncillos de Doré representando al infierno de Dante, o bien, un ajuste de cuentas entre narcos de Guerrero.
Uyyy, yo tengo la historia perfecta para esta muñeca. La escribo y te la mando. Te adoro.
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ResponderEliminarNo siempre fui fea.
ResponderEliminarAlgunos domingos despertábamos con el acetato de éxitos de Tin Tán y ésa era la señal de que el "señor de la casa" estaba muy de buenas y que me llevaría a medio día a jugar al Parque Hundido que era el más cercano de mi casa.
El último domingo que salí con ellos, ella no sólo me llevó a mí; decidió que seríamos varios sus compañeros de juegos. Recuerdo que ese día estaba soleado como nunca y yo pasaba de los brazos de Sara a la carreola y de ahí a estar bocabajo encima de un pequeño arbusto con flores rosadas y ya no vi más, minutos después escuché que Sara exigía una hamburguesa de Tomboy y después que berreaba por dicha hamburguesa y sus gritos se empezaban a diluir y a confundirse con ladridos de perros y otras voces que ya no reconocí.
No sé cuantos días pasaron; creí que al llegar al llegar ellos a casa se darían cuenta de su pérdida y regresarían por mí, pero no. Me fui integrando poco a poco con ese arbusto tanto que se empezó a volver parte de mí, algunas de sus ramas podían entrar y salir por mis ojos y mis orejas y mi rubio cabello comenzó a tornarse verde.
Lo único que me hacía feliz era ese olor floral porque mi vista seguía siendo sólo ramas, hojas y tierra hasta que una mano de plástico me tomo de la cintura y me metió a una hedionda bolsa negra.
¿Por qué a mí? Yo debería seguir en aquel juguetero pero no, en esa bolsa estuve por varios días hasta que la abrieron un día gris en donde un anciano me tomo y me colgó en una rama. No sé bien en donde estoy, cada siete días pasa gente en unos barcos y me ven atemorizados. A ellos sólo quiero decirles que no siempre fui fea.
El anterior fue con copyright, ehhh?! Te quiero.
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