martes, 22 de febrero de 2011

El Ángel de la... ¿qué?

Fotos de este monumento icónico nacional tengo muchas, cerca de 50, pero nunca había reparado en la ironía que se mira desde este ángulo: El Ángel de la Independencia rebasado, minimizado, sobajado por el edificio de Hong-Kong Shangai Banking Corporation (HSBC, título mundano), razón social que no suena a tolteca precisamente.

Voltié –sí, yo no volteo- alrededor y solté un “Chiales” desde el fondo de mi patriótico corazón, pues lo que rodea a nuestro angelito es el corporativo de American Express, el hotel Sheraton, dos Starbucks, un Sanborns y 373 negocios de coreanos y chinos. Suspiro.

En las bancas circundantes, la gente usa sus blackberries y iPhones, viste Levi’s, GAP, Abercrombie (Andoencombi), Náutica, Hilfiger (Tomy Hisfinger). Escuchan a Beyoncé, calzan Dorothy Gaynor o Price Shoes, comen en Subway y Carl’s Jr.; despotrican contra políticos como Carstens, Creel, Bours, Blake y Ferrari… ¿Alguien me convidaría un tamal o un taco de cecina de Yecapixtla?

No es xenofobia ni patrioterismo barato lo que me mueve, sino la reflexión con relación al mosaico cultural y económico que somos. Perdón, el mosaico tiene orden y esquema, es más bien un collage silvestre.

Ah, y la obra escultórica es de un italiano de apellido Alciati.

Muy indignado, dejé el lugar y me dirigí a Estarbocs, pedí un Caramel Machiatto Venti Mocca y enfilé a la parrilla argentina para ver el Manchester United- Barcelona. Quería olvidar.

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