lunes, 5 de diciembre de 2011

Concreto vs. semilla


Y que le dice la casa a este árbol “quítate” y que le dice el árbol “no me quito” y que sigue la discusión y que la constructora saca la revolvedora y el árbol las raíces…
Perdón, mi relato inició como capítulo de “Infieles” en la “Confrontación”. Lo que yo quise decir –si presidentes y ex presidentes tienen voceros para corregir pendejadas, ¿por qué yo no?- es que, por fortuna, no todos los contratistas y arquitectos son canallas y viles con la naturaleza, todavía hay uno que otro que respeta.
Estas dos manifestaciones humanas conviven pared contra corteza en una colonia de suburbio y se ven retechulas; es la prueba de que “todo cabe en un terrenito, sabiéndolo acomodar”. No sé ustedes, pero yo sentí un ligero confort al ver cómo no nada más subsisten casa y planta, sino que se conjugan para dar una cara armónica al vecindario.
Ahora que, si nos ponemos Chapoy, podemos encontrarle ángulos fascinantes para el mitote a esta aparentemente sana convivencia: ¿No se colarán los moscos al cuarto del niño? ¿No se secarán las raíces por el contacto diario con el cemento? No vaya a ser que un malora se cuele por la ventana del baño del estudio…
Mientras en mi cabeza se dan todas las posibilidades de chisme, los habitantes del inmueble seguro están a gusto con este arbolote en forma de brócoli cubriendo parte de la fachada.

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