lunes, 30 de agosto de 2010

Oda a la simetría

Habemos algunos a los que hasta la rectitud nos sale chueca, pero al arquitecto de este edificio le salieron chulas de bonitas las escaleras (no quiero imaginar cómo acomoda sus sopas Maruchan en la alacena).

Dudo que él haya pensado que un tarado como yo se iba a parar en el lobby a mirar hacia arriba y eso es lo más sorprendente: La cuadrícula visual de su edificación tiene rincones que me recuerdan a Rothko, a Mondrian y al constructivismo ruso en general.

A los moradores del lugar, enclavado en la colonia Condesa, les debe importar un chayote hervido todo lo anterior, imagino que les gustó más el barrio -y el estatus inherente-… ¿cómo ponen sus bicicletas retro de 70 mil pesos debajo de la escalera? ¿Por qué cuelgan sus sillas de bebé hipertecnológicas –parecen exosqueletons- del barandal? Vaya, ¿por qué bajan un piso por el elevador, teniendo frente a ellos la belleza simétrica que se mira en la foto?

Como dice Juan José Millás, todo son preguntas.

Lo peor de todo es que es imposible, para un simple mortal visitante, quedarse baboseando unos minutos al pie de la escalera, porque el guarródromo está al lado del lobby y de inmediato se presenta la pregunta incómoda, segregacionista: “¿A quién busca?”

Me encantaría poder responder “A nadie, lo más valioso de este lugar son las escaleras”.

domingo, 29 de agosto de 2010

"Envídiame, Batman"

Los gatos son especiales: Mamones, independientes, volubles, misteriosos, indescifrables… por lo menos eso dice la gente. Lo raro es que no mencionamos que esos “defectos” nos atraen.

La foto no es de Pulitzer, pero… ¡Qué bien salió el wey! Está para darle envidia a Batman y a su publirrelacionista. Solemne, parsimonioso, dominando al mundo de forma elegante… Noo, si en serio que el superhéroe mencionado es un policía de crucero si lo comparamos con Néstor, mascota del barrio.

Después de ver a solas la imagen reflexioné, ¿qué tanto pesa la percepción que los demás tienen de nosotros y qué relación guarda con nuestra naturaleza?¿Por qué nos significa tanto lo que la otredad suponga de nuestra yoeidad?

Por suerte me di cuenta de que comenzaba yo a abstraerme, entonces regresé al suelo para darme cuenta de que Néstor es inocente: Él no intentó ser un icono ni celebridad ni darle envidia a nadie ni portar batipezones… Es nada más un gato (como yo o como cualquiera de mis amigos) que duerme todo el día y se pierde en la noche (como yo o como cualquiera de mis amigos), que es inconsciente, impulsivo y emocional ( esteee… como yo o como cualquiera de mis amigos) y que solamente se acerca a lo que le gusta, así como repulsa lo que le disgusta (caray, como yo o como cualquiera de mis amigos).

Finalmente llegué a una conclusión: Todos los que somos como Néstor queremos darle envidia a Batman porque somos soberbios.

miércoles, 18 de agosto de 2010

"Andaba de parranda"

OK, los antros cierran tarde y un muerto ya no tiene que preocuparse por el chupómetro, la congestión alcohólica o la desvelada, pero me parece vergonzoso que en algunos cementerios dejen salir a los difuntos a mediodía. Parece reclusorio de Durango.

Esta foto fue del Cementerio Inglés de Real del Monte, cerca de Pachuca, y es la mejor prueba de que la mercadotecnia en “punto de venta” funciona: Méndigo susto nomás al ver la cripta abierta, sin mencionar la neblina de 50 metros, el silbido innatural del viento y los árboles que crujían más que un Dorito Nacho. Ah, y el gato negro que brincó encima de la tumba del Arlequín, supuesto personaje irlandés (católico) que es el fantasma local porque ni muerto se amolda al protestantismo bretón.

Vale la pena notar que la piedra está cubierta de musgo, salvo en la parte en la que el muertito puso su mano para empujar el megalito para salir. Chale, otra vez voy a tener pesadillas.

¿Por qué nos aferramos a la idea de que el cadáver inerte se levanta por las noches y que el alma de nuestros difuntos vaga lóbrega, nos cuida de los inspectores de Hacienda o se mete en el cuerpo de otra persona, casi siempre atractiva y musculosa?

Mercadotecnia, maldita mercadotecnia.

Yo me quedo con la convicción de que la muerte es terminal, como lo es un reloj al que se le termina la pila. Así nomás, se queda quietito y no molesta a nadie.

domingo, 15 de agosto de 2010

"Aléjate de la luz"

Uno piensa en el Desierto de los Leones y ¿qué imagina? Quesadillas de papa con chorizo, tacos de cecina enchilada y bodas de parejas adineradas en el Ex Convento. ¿Cómo esperar que un escenario parecido al de El Aro puede yacer en un sitio tan espiritual?

Al recorrer los pasillos de por sí místicos –habitaciones de monjes que vivieron y murieron en las inmediaciones-, es fácil localizar un laberinto subterráneo que lleva al desagüe, pero que ofrece esta imagen parecida a la ventanita de cualquier sala de interrogación de la PGJ.

Seguramente los clérigos de hace 150 años, que carecían de películas tipo Jigsaw u Hostal y que no tenían que temerle a judiciales michoacanos, diputados o narcos; tenían pensamientos más vírgenes y prístinos, por lo que correteaban sin miedos por estos oscuros pasillos. Es posible que la virginidad se les olvidara si iban en pareja, pero esa es otra historia.

Decía; en este espacio hace frío, pero frío de vivos; se percibe un acurrucante y tímido aroma a moho y a tierra, las paredes de piedra evocan paz… Pero el elemento que francamente saca de pedo es la ventanita a mitad del pasillo principal; es como estar a punto de morir por una infección provocada por cenar pambazos con salsa Tabasco: Todo es negrura, sólo se vislumbra una luz al fondo que te invita a soltarte todito, dejar que tus 21 gramos fluyan hacia el infinito.

Si algo vemos al morir, espero que no sea esto. Sería demasiado comercial, poco creativo y francamente desquiciante.

martes, 3 de agosto de 2010

AmoresPerros

Que quede claro: Yo no me sorprendí por el tamaño de Poncho, el más inmenso Gran Danés visto, sino porque su dueño, un amigo mío, es tan pendejo o tan macho que le metió la mitad de la cabeza a su hocico.

Evidentemente, yo tenía que documentarlo.

Algunos hombres extremos se atreven a cruzar la ciudad de México en viernes de quincena con lluvia y a las 7 de la noche, otros se atreven a interpelar a Elba Esther Gordillo en público… pero los más inconscientes tienen en su casa animalitos como éste. Es una bestia (me refiero a Joselo, mi amigo). Poncho falleció ya – que Cancerbero lo tenga en su santa gloria-, pero la bestia (me sigo refiriendo a Joselo) adoptó a Barak, otro perro de la misma raza, pero más cabrón.

Poncho era sumamente delicado, comprensivo y entendido; obedecía las órdenes de su dueño a pesar de que éste pesa 49 kilos, pero tenía un lado oscuro, un desquicio: Las bolitas de plástico que envuelven a los aparatos electrónicos y que todos tronamos.

Un día de cervezas, Joselo tuvo la ocurrencia de aventarme un pedazo grande de bolitas de plástico y Poncho me miró fijamente. Dobló sus patas delanteras. Ladró. Desde entonces sé lo que es el pavor a los perros.

Espero que esta foto de celular sea prueba más que fiel de que la vida está llena de preguntas: ¿Cómo puede una bestia (Joselo) dominar a otra bestia (Poncho)? ¿Cómo puede un perro tan cabrón ser tan dócil (me refiero a Poncho)? ¿De qué están hechos nuestros miedos?