martes, 8 de marzo de 2011

¿Hannibal, o perro sado?

Ésta sí es una señal del Apocalipsis: Un French Poodle con inclinaciones sadomasoquistas, o bien, un wannabe de Hannibal Lecter.

Para confirmar cualquiera de las dos opciones, es necesario investigar el nombre de la perrita que parece acercarse incrédula, porque si se llama “Didi” o “Duquesa”, es un asunto de sexo canino rough, pero si es “Clarisse”, entonces somos testigos de la reencarnación perruna de Hannibal, The Cannibal.

No puedo imaginarme a esta mascota castañeando los dientes y pensando comerse el hígado de un Gigante de los Pirineos con habas y un buen Chianti; tampoco soy capaz de fantasear con el perro en cuestión ladrando nervioso un “Dime Rottweiler, dime Rottweiler”. Por salud mental, abriré una tercera posibilidad, más perversa que las anteriores: Los dueños irresponsables compran un can nervioso. Lo dejan solo todos los días entre semana. El animal se vuelve histérico y antisocial, ladra todo el día, muerde a desconocidos. Lo sacan el fin se semana para presumirlo en un parque. Éste muerde a uno o dos niños. De entonces en adelante, es necesario sacarlo con hociquera.

En fin, que no sé qué cabeza es más rara, si la de un siquiatra sicópata de ficción, la de un perro agresivo, la de un dueño inconsciente pero presuntuoso, o la mía, que hace un muégano de todo lo anterior.

Al final, el único inocente es el animalito de la foto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario