Dijeron que “para subir al cielo se necesita un poco de gracia”, pero nunca nos avisaron que era gracia divina. Acá, en una iglesia del DF y muy a la mexicana, se armaron su escalera pirata para llegar hasta los dioses sin tantas complicaciones, diezmos ni trámites burocráticos.
Este artefacto es a prueba de aerófobos, pues ningún alma terrenal tiene permitido llegar allá con el espíritu repleto de pecados. Es imposible treparla en estado etílico o post etílico, no hay puesto de chilaquilitos a medio camino; el ascenso se gana con la virtud y los impíos estamos condenados a vivir a ras de suelo.
Lo primero que tendría que calcular aquel que busque la salvación es si la escalerita resiste, porque si el chiste es llegar de madrazo –literal- a las inmediaciones celestiales, vaya y pase, pero ¿si el entramado se desmamona a media ascensión y el cuerpo resiste? El puritano que valiente intenta la salvación quedará en estado vegetal y no podrá entregar su alma al creador.
Los caminos de la fe son misteriosos. Unos purgan una vida tanto de abstinencia como de sacrificio, otros simplemente arman su empalizada y trepan de noche diablito de por medio. Quizá esta vía de purificación sea exclusiva de vendedores ambulantes, paracaidistas de suburbios e inmigrantes.
Dios los tenga en su Santa Gloria y no los deje caer en tentación… No los deje caer, simplemente.
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