domingo, 6 de junio de 2010

"Mamá, Kiss my Butt!"

La señora madre de este pequeño chimpancé no parece estar muy contenta, pues el rebelde chamaco, en su primitivo lenguaje, debe estarle dedicando un “Mamá, Kiss my Butt!”

¿Será que todas las generaciones tienen algo de anarquistas y contraculturales? Será que los adolescentes y jóvenes tienen al nacer la consigna de romperle toda la… estructura al mundo estructurado?

El chimpancito, muy parecido a un conductor de microbús de mi barrio –y con la misma pericia vial-, es irreverente porque es su papel, porque las madres abnegadas mexicanas, aún entre primates, siguen el ejemplo telenovelero de Libertad Lamarque, Chachita y Angélica María. Ellas sufren en silencio, lloran por los rincones como La Muñeca Fea de Cri-Crí.

Mientras esto sucedía frente a la cámara en Africam Safari, zoológico poblano, papá chimpancé le quitaba las pulgas y piojos a uno de sus compinches. Esta imagen bien puede ser una metáfora de la clase media en cualquier país latinoamericano: El desobligado e inconsciente hijo se subleva sin necesidad ni objetivo, la aguantadora madre se hace la desentendida y el padre se emborracha con El Cochiloco, El Suavecito y El Mátalascallando, compadres del sindicato con los que “es obligación echar el trago para relajarse”.

Ah, eso sí, la madre no observa el trasero sucio de su chamaco… Ella tiene sus ojos en las crías de otra chimpanzona, que deja que su chimpancito beba agua sucia del estanque del zoológico, a leguas lleno de porquerías, pensando “Ay, no, algunas monas son taaan desobligadas…”.

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