O sea… ¿cómo? Vaya, no es que yo necesite que un antro de música cubana esté abierto un martes a mediodía, pero el letrero es de lo más surreal, paradójico, kitch… Vaya, muy mexicano.
Es imposible dejar de notar que las letras parecen recién escritas con gis en el pizarrón, lo que le da un toque campechano y fresco al mensaje por demás extraño. Imagino al gerente del lugar marcándole en la mañana a Don Sebas, el responsable de intendencia, para que no se le olvidara anunciar puntualmente que el lugar, a leguas cerrado, oficialmente está abierto sin importar críticas e incongruencias. No sé porqué me viene a la mente el discurso de cualquier político, que ante la evidencia se aferra a la “versión oficial”: Abierto, pero cerrado.
La falta de paseantes sorprendidos añade dramatismo a la imagen; pareciera una désas metáforas de Buñuel en Los Olvidados o un freeze frame de La Ciencia del Sueño, de Michel Gondry, aunque la basura al lado del tanque de gas abandonado irresponsablemente a la derecha hacen evidente que es una colonia cualquiera del Distrito Federal.
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