viernes, 31 de diciembre de 2010

Hasta las botargas se deprimen

Las épocas decembrinas tienen un efecto emocional extraño en muchas personas… y en algunas botargas. La imagen es elocuente: Algo no está funcionando en la industria de los helados de yogurt, por lo que este personaje se encuentra al borde de la desesperación.

Se recarga en una pared, justo en la esquinita, como buscando refugio y apoyo; sus deditos nos hacen pensar que reflexiona, que busca en sus adentros la fuerza de la lactosa o la vuelta al origen: La Madre Vaca.

La escena es conmovedora, quizás llevar a cuestas una mezcla obscena de zarzamoras, duraznos y blueberries en un mar de yogurt no es lo que esta botarga esperaba de la vida, es posible que su deseo en la vida fuera ser El Filifanántico –mascota de los Phillies de Filadelfia-, el amoratado Barney o cuando menos un Doctor Simi.

La suerte no siempre nos sonríe, los que sí parecen estar sonriendo son los tipos sentados en la mesa, a los que no les afecta la evidente desgracia de un vaso de yogurt de dos metros. Algunos quisimos acercarnos a darle ánimo, pero ¿qué se le dice a un postre cubierto de frutas? ¿Cómo se le reconforta a una botarga? Lo más que podemos es desearle un mejor año.

martes, 28 de diciembre de 2010

Ajedrez en mi chalet

Afuera, los pinos y abetos retozan con serenidad a la espera del cierzo nocturno; adentro, yo disputo una partida de ajedrez contra mí frente a la chimenea y con un whiskey de mezcla de cien maltas. Detrás del tablero en un tornamesa suena el jazz de Milles Davis en unión con John Coltrane; el perfume de las castañas asadas se cuela por las grietas del ladrillo y se impregna en el herrumbre.

Las piezas de mi tablero fueron hechas a mano por artesanos egipcios, que cuidaron el proceso de precipitación de gases y líquidos con un amor sustancial. La textura es absolutamente lisa, perfecta, prístina.

Preparé mi apertura Ruy López con dedicación porque no quiero un enfrentamiento perfecto, esto es simplemente un ejercicio del máximo de libertad a partir de un mínimo de orden, al final, esto es el ajedrez. Es mi momento, es mi espacio; estoy dejando de lado por un instante a siete mil millones de seres humanos para disfrutarme un poco.

En esa imagen mental estaba cuando noté que en la foto había un reflejo absurdo, una mampara con bocetos de algún artista. No recuerdo haber colocado eso en mi chalet en Bavaria, claro, porque en realidad estaba en el Museo de Arte Moderno de la ciudad de México.

Mi gran, gran momento se fue de golpe al caño. Adiós al whiskey de cien maltas y a mi apertura Ruy López, a las castañas y mis piezas egipcias.

Total, el ajedrez ni lo entiendo.

domingo, 26 de diciembre de 2010

La verdad detrás del Guadalupe-Reyes

Cuidado: Abstemios o católicos efervescentes, favor de abstenerse de leer este texto. Por su atención, gracias.

Esperábamos en el lobby la junta con el cliente; baboseábamos mientras tanto. Ahí, junto a uno de nosotros, estaba la mensajería del día. Ahí, en la mano de uno de nosotros, estaba un celular con cámara.

Así descubrimos la verdad detrás del mito, la razón por la que millones de mexicanos nos damos a la sana tarea de aligerarnos la vida con bebidas embriagantes del 12 de diciembre al 6 de enero: Ella existe.

¡No es una leyenda, no es una creencia pasajera! Guadalupe Reyes es y está; a ella le debemos millones de noches en las que surgieron amistades, se cerraron pactos de baba, se refrendaron amistades y hasta se dieron cambios de sexo.

¡Salve, oh dioses, la fortuna de nuestra deidad! ¡Salve, oh dioses, la grandeza de esta entidad adorada!

Lo más sorprendente para un borracho profesional es que el milagro se dio en la colonia Guadalupe Tepeyac, como se puede mirar en la imagen, así queda claro que el designio es divino, es una señal: Del 12 de diciembre al 6 de enero es tiempo de San Aldehído, patrono de los bebedores con convicción.

Eso sí, Guadalupe Reyes exige sacrificios, por lo que nunca debe faltarnos hielo en el refri, condones en la cartera, conductor designado y Alka-Seltzers para la misa de siete.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Terror en Silent Hill

Espero que hayan jugado Silent Hill, un videojuego espeluznante que provoca el mismo terror que las declaraciones de Sandoval Iñiguez.

Hace unos años, salí de mi casa a las 6 de la madrugada rumbo a una cita y… sucedió esto. Neblina muy baja, aguanieve, estática en el radio, penumbra. No sé cómo, pero dejé detrás las calles de Satélite y entré a la avenida principal de Silent Hill.

La desquiciante sirena de alarma del videojuego sonó en mi cabeza y me imaginé en el Hospital Alchemilla, quitándome de encima a una enfermera sin rostro y con un bisturí ensangrentado en la mano. Pero en el mundo real, el terror fue mayor: El desquiciante sonido de claxon de 23 autos detrás de mí me urgía a moverme y me imaginé en una calle bloqueada por manifestantes de Antorcha Popular, quitándome de encima a un lidercillo político con rostro colérico gritando consignas y con una papeleta antigobierno entintada en la mano.

Me concentré y miré al frente esperando que la pesadilla se desvaneciera. Lo logré, de pronto estaba de nuevo en Silent Hill, buscando a una hija imaginaria perdida después de un choque en un mundo horroroso de monstruos nacidos de pedacería humana.

Desde ese día siento que el submundo aparecerá en cualquier momento, que cerrarán Reforma para un concierto de Marc Anthony o que Los Barzonistas tomarán el primer cuadro de la ciudad, pero cuando eso pasa, prendo el Play Station y me refugio en el terror inexistente.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Ford Ka con bermudas

Nada más lo vi y me imaginé a su dueño: Un pandroso envidiable –de los originales, no Condechi, que es pandroso “de marca”- caminando y chiflando mientras su huarache se le atora en todas las salientes de las banquetas disparejas de la colonia. Me lo imagino con el calzón de fuera, distraído y lleno de ideas mariguanas que se ganan el respeto en el mundo de los DJs, de los cocineros o de los actuarios. ¿Creativo publiciatario? Ja-más, es demasiado pedirles.

Él usa bermudas, su auto también; ahí está la fotito para confirmarlo. En su interior han sucedido pedas, viajes espaciales, encuentros de reproducción de la especie, raves multitudinarios, enlaces matrimoniales, comerciales para TV y, mayormente, vida. Está estacionado frente a una peluquería de las que ya no hay, désas tradicionales en las que se pide “casquete corto” o “medio pelo” y que ostentan un rollo giratorio azul, blanco y rojo. Pura personalidad.

Para mis adentros me sé que lo que más me gustó fue la naturalidad con la que este Ford Ka portaba sus bermudas en una zona llena de blof (bluff, digamos), es decir, la colonia Condesa, en la que ninguno es lo que parece ser.

¿Notaron que el autito está estacionado en contrasentido? Lo indican la flecha en el pavimento y el auto de la izquierda, pero ¿qué más le da a un wey que tiene un carro con bermudas?

martes, 14 de diciembre de 2010

De vuelos y volatilidades

Ahí, quietito, está el avión. En otra circunstancia, ese aparatejo es una cápsula de emociones y un microuniverso en el que cada persona saca lo mejor o peor de sí, ¿cierto?

Está el valemadres que trepa su maleta familiar esperando que quepa en el “compartimento superior”, que es ligeramente más grande que un joyerito. Está la ejecutiva que se viste de gala para un Torreón-Zapotlanejo; la señora que parece despertar a su bebé para que chille de horror a tres segundos del despegue, el empresario cool de clase Premier al que le encanta que lo veamos todos al cruzar por el pasillo hacia nuestra clase turista y, no puede faltar, el hipster que tiene un gadget para toda necesidad, desde un barómetro rotacional hasta un celular que resiste 5 atmósferas.

Otros se comprimen y compungen: La adolescente frente a su primer vuelo, el cliente frecuente, representante de ventas nacionales, que nunca perdió el miedo a las alturas; el tech geek antisocial que no soporta más de 43 segundos sin conexión y el piloto de la nave, que espera que lo asciendan a un México-Dallas-Madrid para ganar alcurnia.

Antes y después de que esto suceda entre los hombres, la nave permanece en tierra disfrutando las montañas detrás. El cono color naranja le manifiesta su estado estático, quietito; algo parecido a la paz.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Señora macabrona

Quizás no es la señora, pero la foto sí es macabra. Fue tomada en un museo del DF desde dentro de un teepee (ya saben, la típica casa de un indio) que formaba parte de una instalación, pero la escasa luz forzó la de por sí mala exposición de mi celular y todo terminó en esto: Una imagen de mal sueño.

En la vida real, es posible que la señora se esté rascando el tobillo izquierdo con la uña del dedo gordo del pie derecho, de ahí su rara posición; aunque también existe la posibilidad de que esté bailando salsa, que ella suela bajar las escaleras en reversa o que se estuviera limpiando una caca. Nunca lo sabremos, es un secreto que la quincuagenaria de la imagen se llevará a la tumba.

Lo que más me llamó la atención de la imagen cuando la revisé en la computadora es que ahí, en medio de la duela, hay una sombra de origen desconocido a manera de acantilado que parece dividir esa sala del museo. Nadie la notó durante las fotos, es más, nadie puede explicarla. ¿Será el alma de un triángulo isósceles en pena? ¿Será el ectoplasma de Jaime Maussan que vaga nómada por la desaparición de Tercer Milenio de la parrilla programática? ¿Será un hoyo negro?

Macabra es la mente, que me hace imaginar estas historias de terror chafas, me siento en “Chabelo y Pepito Contra los Monstruos”.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Auto de labio leporino

Nació en buena cuna. Su madre, una guayín de diplomático retirado; su padre, un Cadillac Sedán de Ville de abolengo rancio.

Pero el Gran Dios General Motors le tenía preparada una sorpresa a este modelo 1998 nacido de una relación fuera de los estándares –se descubrió que en la familia había existido un Fiat, auto compacto, europeo y seductor-: Le dio un labio leporino, muy notorio en la parte izquierda de la defensa delantera.

Como era de esperarse, la familia acudió a un hojalatero de colonia alejada para arreglar el problema, para ejecutar la talacha y salvar la dignidad automotriz, pero el maestro dijo no: Su experiencia le decía que era mejor dejarlo así, de otra manera, tanto el radiador de la criatura como su cigüeñal hubieran sufrido daño irreversible. El nuevo auto crecería chueco, más deforme, totalmente irreconocible.

Con el tiempo, la familia descubrió que un Cadillac es como cualquier otro, pero éste… Éste era diferente; tenía dignidad, presencia, garbo. No a pesar de su deformidad, sino gracias a ella.

Ahora el autito circula, se siente lleno de vida y personalidad. Yo lo vi en un estacionamiento lleno de Minicoopers simples y de Volvos insulsos, incluso un Porsche estético, estático. El único que brillaba por bello era este Cadillac de labio leporino.

La naturaleza, incluso la automotriz, es sabia al enseñarnos que un defecto puede ser una notable virtud.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Mi mente en blanco

“Fue en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo, oh sí, lo recuerdo bien”. Perdón, pero me acordé de Rescate 911.

La fotito fue tomada ahí, pero lo mejor es que ese día mi mente estaba en blanco, mi visión de 360 grados era en blanco; mi vista ya cansada veía todo lívido y mi cabeza imaginaba el atuendo de Abel Cruz o de Xóchitl Gálvez.

Llegué al recinto con mi corazón en blanco, sin emociones ni sensaciones; con un candor blanco que esperaba una plenitud blanquecina y ¿qué sucedió? Me topé con esta obra tridimensional –que en la imagen parece trazo básico de PhotoShop-.

Pensé entonces, ¿será que la vida en general es incolora y que los pendejitos como yo la hacen suya y la dotan de croma? ¿Será que las tonalidades son una invención humana?

En el snack bar del museo pedí un sándwich de queso blanco con pan blanco, mayonesa (blanca) y vino blanco. Frente a mí, turistas nórdicos de un blanco grosero, désos a los que sólo les resaltan las venas púrpura porque el resto de su epidermis es de cuija, ya saben, las lagartijas blancas.

Dos dimensiones en blanco, dos dimensiones y en blanco…

Tenía que salir del lienzo. Caminé unos metros y ahí estaba el extintor rojo, la salvación. Lo hice mío, me até a él y terminé mi recorrido deseando que mi futuro no fuera descolorido.

Por fortuna, unos minutos después dejé atrás la experiencia albina, salvo la página de Word en la que ahora escribo, que es de un blanco grosero.

jueves, 28 de octubre de 2010

Horror a quien horror merece

Pensé que nunca escribiría esto, pero sí: Existe en la vida algo más feo que las carpetitas tejidas para mesa de centro, y es este animal. ¿Qué pensaba la Madre Naturaleza cuando diseñó este ejemplar, estaba cruda?

Acepto que este ángulo –tres cuartos de espalda- no le ayuda en nada, pero nótese por favor que la bestia tiene tres pestañas tipo clavo de pulgada y media, orejas y cuello humanescos, pelo en pecho y una joroba digna de carretera michoacana que, además, no embona con el resto del cuerpo. Lo más desquiciante, que por desgracia no se ve reflejado en la foto, es la mirada de carnicero turco que se carga el animalito; si lo ves a los ojos, se te paraliza media cara.

Quise encontrarle virtudes estéticas, pero no me dio tiempo: También su excremento es espantoso.

Si yo fuera este buey almizclero, dudaría de la existencia de Dios y le pediría una audiencia para presentar mi más profunda queja, ¿por qué no le tocó ser una capibara, un gato egipcio, una medusa, un colibrí o, por lo menos, una zarigüeya?

La única gracia que le concedieron los dioses fue evitar todo tipo de reflejos en el zoológico donde se encuentra, vaya, creo que ni el lago de Africam Safari tiene el temple suficiente como para devolverle su imagen cuando se acerca a beber, es un acto de mínima compasión. La naturaleza es fea, pero sabia.

jueves, 21 de octubre de 2010

Botero a través de una botella

Un día en un museo de Bogotá con mi novia, mi mano dejó de ser mía y se hizo copia de una gran mano de Botero. No es que yo quisiera, pues todo lo boterense es rechonchiforme. Simplemente sucedió.

Meses después de la foto que está usted mirando, noté que mi mano perdía sus características de origen y que lentamente se transformaba en una extremidad abotagada, rebasada, colosal… Una mano de Carstens. No me apeteció. Sentencié maldiciones. Conjuré brujerías.

Ya más tranquilo puse atención a la imagen para entender lo sucedido, gracias a esto caí en cuenta de que no era yo: Todo el entorno ese día estaba hinchado. Recuerdo ahora que los visitantes del museo eran globos de Cantoya, que las calles alrededor parecían vistas a través de una burbuja o de una bola de cristal y que Bogotá misma era una exageración, una alegoría de sí misma.

Entonces desperté. La cruda de aguardientillo de Barranquilla se hizo presente y prometí no volver a beber en aquella ciudad, no por lo menos rodeado de cosas o personas que corran el riesgo de ser infladas por mi imaginación, que no necesita mucho para divagar.

La mano original, por cierto, es de metal y no se ha registrado hasta el momento un ensanchamiento en el palmar, distal o dorsal. Todo en orden.

domingo, 10 de octubre de 2010

Cri-Crí en Xochimilco

No hay duda: O es La Muñeca Fea de Cri-Crí, o una chavita de grupo prefabricado pop con varias operaciones fallidas.

Muchos de nosotros hemos tenido la oportunidad de ir a La Isla de las Muñecas, aterrador pasaje en las inmediaciones de Xochimilco donde “dicen que espantan”… como en todo México. Nomás vemos algo tétrico y claro, le embutimos una historia de fantasmas. Pero en este lugar sí pasó algo: Los cronistas oficiales cuentan que se ahogó una joven y que Julián Santa Ana Barrera, lugareño, se protegía del alma en pena de la desdichada con las muñecas reconstruidas, sin embargo, la versión romántica indica que el mismo Julián fue “plantado” en la iglesia el día de su boda y que se desquició sin remedio. Desde entonces se dedicó a hacerle un altar a su siempre amada con muñecas.

Lo que es notorio a partir de la imagen es que la cara y el cuerpo no pertenecen (me acordé de Adela Micha no sé porqué), pero lo verdaderamente inquietante es que las manitas que le puso Julián a esta obra son las de una estatua de iglesia. Fíjense como están en posición de rezo o plegaria. Chale.

Para rematar, las “niñas de plástico” se encuentran colgadas de varios árboles, lo que nos obliga a recordar los carboncillos de Doré representando al infierno de Dante, o bien, un ajuste de cuentas entre narcos de Guerrero.

Quizás Mattel ya piensa en la versión Barbie Ahorcada, pero esa… es otra historia.

lunes, 4 de octubre de 2010

"Acá te espero, amigo"

Todos los animales, insectos y cosas vivas me caen bien nomás por serlo; está en mi naturaleza, por eso me repatea el comportamiento de algunos dueños.

El “amo” de este perro se luce en la calle con su ejemplar canino, lo pasea para hacerlo encajar en su estilo de vida, pero… ¿no es mejor que se compre un reloj caro, un auto trendy o un loft en barrio lindo? ¿Qué necesidad había de adiestrar a una mascota para que la gente diga “Uy, qué buen tipo: No nada más tiene un perro ‘bien’, sino que lo hace obediente”?

El pobre Leónidas –pónganle el nombre que quieran- esperó quietito a la entrada de Reforma 222 hasta que su petulante dueño salió del cine, hizo shopping y se reventó un helado de yogurt dietético. El perrillo imaginaba un par de caricias en el camino de regreso a casa antes de ser aventado, como todos los días, al balconcito de dos metros cuadrados. En ese espacio tendrá que defecar, correr, dormir, ladrar, cuidar y esperar pacientemente a que llegue su patrón de la chamba para que le aviente su bandeja de 300 gramos de croquetas gurmetosas.

En fin, que la relación amo-esclavo nunca dejará de ser así: Unos dan y otros toman, unos deciden y otros obedecen, unos esperan y otros son esperados. Pinche Hegel, cuánta razón tenía en su Fenomenología del Espíritu.

domingo, 26 de septiembre de 2010

Le faltó yeso al artista...

Ésta es una de tantas esculturas exhibidas en el Museo Nacional de Arte de la capital, lo que la hace única es que el artista se mostró poco generoso en su obra, le faltó yeso a las tres de la madrugada del día de entrega o hacía fría en su estudio.

Lo primero que me imaginé es la demanda del modelo y su reclamo airoso… Tenía razón, porque seguramente después de esto vivió un infierno en sus noches de ligue: “Ah, ¿eres tú el de la escultura? Chiquiiiitooo”. Nótese por favor que, para proteger a inocentes, evité mencionar al artista, la obra y su fuente de inspiración, que más que fuente fue un chorrito.

Quizás andaba yo en ácidos, pero despuecito supuse que las modelos de Modigliani, con sus caras largas en forma de zanahoria, tampoco estarían contentas, ¿y qué decir de Brueghel El Viejo, de El Greco, de El Bosco o de Manuel Rodríguez Lozano? Vaya, cualquiera pensaría que se inspiraron en los invitados de Laura en América para formar su catálogo de creaciones.

Está bien, el arte no se fija en detalles, el arte trasciende y rompe fronteras de tiempo y pensamiento, pero nada le quitaba al escultor ponerle un poquito más de yeso en su dignidad a esta pieza, o de plano quitarse de problemas de dimensión como lo hicieron otros: Con una hoja de parra y se acabo. Con el peligro de que, en este caso, le hubiera puesto una hoja de hierbabuena nomás por joder.

viernes, 17 de septiembre de 2010

"Ándale, chiquita, duérmete otro rato"

Pocos animales son tan majestuosos como los tigres blancos, son de mis animales preferidos. No se percuden, no pierden la línea aerodinámica y estética, tienen una mirada retadora y a la vez tranquila… Aunque a veces se parecen mucho a los humanos.

En esta imagen, podemos imaginar a la tigresa enojada porque el tigre llegó a deshoras y con aliento a carne cruda, quizás hasta con arañazos de otras garras. Ella tiene gesto de “sácate de aquí, quítame tu garra ¡y no me digas ‘mi gatita’, ya sabes que me choca”, mientras el felino, amodorrado, le dice entre colmillos “yaa, gordita, acuéstate otro rato, unas cinco horas más…”

A juzgar por la foto, las hembras de muchas especies castigan a los machos después de que éstos tuvieron sus excesos, es una ley del orden cósmico. Es casi seguro que ella levantó a su pareja a punta de rugidos: “Te me largas aho-ri-ta, sacas a los cachorros a jugar y de regreso me traes siete kilos de antílope Miranda, ¡y ahí de ti donde te vea rondando a las panteras!”

Él se resignará, rugirá un par de veces y los demás tigres, a lo lejos, se burlarán como hienas del infortunado vecino, el que se sacó a la tigresa en la rifa.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Como pulpo de Superama

Hay algo envidiable en la naturaleza de un pulpo: Fuera del agua y especialmente en las hieleras de Superama, parece gordo en playa. Se desparrama hacia cualquier lado, la existencia le es intravenosa, las declaraciones de Fernández Noroña no lo incomodan… Eeeeesa es vida.

La foto no le hace justicia porque en su medio natural el pulpo es bello, sexy, es cadencioso; seguramente las medusas dirán “Ay, mira Mana, ve cómo se mueve” y le querrían gritar “Papaciiito, me falta zooplancton para tanto tentáculo”.

Chale, lo naco es espontáneo.

Decía; el molusco en cuestión no tiene relación ni con Calamardo, el de Bob Esponja; ni con Paul, aquel que adivinó el resultado entre España y Alemania en Sudáfrica 2010 y que ahora seguramente ya ce en su tinta. El de la imagen es un pulpo de bajo perfil, uno que pronto será llevado al restaurante Culichi Bichi para dejar este mundo sin gloria, pero tuvo por lo menos la fortuna de pasar sus últimos días tirando la flojera con placer: Acostadito en hielo, con sus ojotes cerrados, sus tentáculos expuestos al viento y guardando toda su tinta para el momento de la expulsión final.

Ni un gordo en playa puede tener una despedida tan especial.

lunes, 30 de agosto de 2010

Oda a la simetría

Habemos algunos a los que hasta la rectitud nos sale chueca, pero al arquitecto de este edificio le salieron chulas de bonitas las escaleras (no quiero imaginar cómo acomoda sus sopas Maruchan en la alacena).

Dudo que él haya pensado que un tarado como yo se iba a parar en el lobby a mirar hacia arriba y eso es lo más sorprendente: La cuadrícula visual de su edificación tiene rincones que me recuerdan a Rothko, a Mondrian y al constructivismo ruso en general.

A los moradores del lugar, enclavado en la colonia Condesa, les debe importar un chayote hervido todo lo anterior, imagino que les gustó más el barrio -y el estatus inherente-… ¿cómo ponen sus bicicletas retro de 70 mil pesos debajo de la escalera? ¿Por qué cuelgan sus sillas de bebé hipertecnológicas –parecen exosqueletons- del barandal? Vaya, ¿por qué bajan un piso por el elevador, teniendo frente a ellos la belleza simétrica que se mira en la foto?

Como dice Juan José Millás, todo son preguntas.

Lo peor de todo es que es imposible, para un simple mortal visitante, quedarse baboseando unos minutos al pie de la escalera, porque el guarródromo está al lado del lobby y de inmediato se presenta la pregunta incómoda, segregacionista: “¿A quién busca?”

Me encantaría poder responder “A nadie, lo más valioso de este lugar son las escaleras”.

domingo, 29 de agosto de 2010

"Envídiame, Batman"

Los gatos son especiales: Mamones, independientes, volubles, misteriosos, indescifrables… por lo menos eso dice la gente. Lo raro es que no mencionamos que esos “defectos” nos atraen.

La foto no es de Pulitzer, pero… ¡Qué bien salió el wey! Está para darle envidia a Batman y a su publirrelacionista. Solemne, parsimonioso, dominando al mundo de forma elegante… Noo, si en serio que el superhéroe mencionado es un policía de crucero si lo comparamos con Néstor, mascota del barrio.

Después de ver a solas la imagen reflexioné, ¿qué tanto pesa la percepción que los demás tienen de nosotros y qué relación guarda con nuestra naturaleza?¿Por qué nos significa tanto lo que la otredad suponga de nuestra yoeidad?

Por suerte me di cuenta de que comenzaba yo a abstraerme, entonces regresé al suelo para darme cuenta de que Néstor es inocente: Él no intentó ser un icono ni celebridad ni darle envidia a nadie ni portar batipezones… Es nada más un gato (como yo o como cualquiera de mis amigos) que duerme todo el día y se pierde en la noche (como yo o como cualquiera de mis amigos), que es inconsciente, impulsivo y emocional ( esteee… como yo o como cualquiera de mis amigos) y que solamente se acerca a lo que le gusta, así como repulsa lo que le disgusta (caray, como yo o como cualquiera de mis amigos).

Finalmente llegué a una conclusión: Todos los que somos como Néstor queremos darle envidia a Batman porque somos soberbios.

miércoles, 18 de agosto de 2010

"Andaba de parranda"

OK, los antros cierran tarde y un muerto ya no tiene que preocuparse por el chupómetro, la congestión alcohólica o la desvelada, pero me parece vergonzoso que en algunos cementerios dejen salir a los difuntos a mediodía. Parece reclusorio de Durango.

Esta foto fue del Cementerio Inglés de Real del Monte, cerca de Pachuca, y es la mejor prueba de que la mercadotecnia en “punto de venta” funciona: Méndigo susto nomás al ver la cripta abierta, sin mencionar la neblina de 50 metros, el silbido innatural del viento y los árboles que crujían más que un Dorito Nacho. Ah, y el gato negro que brincó encima de la tumba del Arlequín, supuesto personaje irlandés (católico) que es el fantasma local porque ni muerto se amolda al protestantismo bretón.

Vale la pena notar que la piedra está cubierta de musgo, salvo en la parte en la que el muertito puso su mano para empujar el megalito para salir. Chale, otra vez voy a tener pesadillas.

¿Por qué nos aferramos a la idea de que el cadáver inerte se levanta por las noches y que el alma de nuestros difuntos vaga lóbrega, nos cuida de los inspectores de Hacienda o se mete en el cuerpo de otra persona, casi siempre atractiva y musculosa?

Mercadotecnia, maldita mercadotecnia.

Yo me quedo con la convicción de que la muerte es terminal, como lo es un reloj al que se le termina la pila. Así nomás, se queda quietito y no molesta a nadie.

domingo, 15 de agosto de 2010

"Aléjate de la luz"

Uno piensa en el Desierto de los Leones y ¿qué imagina? Quesadillas de papa con chorizo, tacos de cecina enchilada y bodas de parejas adineradas en el Ex Convento. ¿Cómo esperar que un escenario parecido al de El Aro puede yacer en un sitio tan espiritual?

Al recorrer los pasillos de por sí místicos –habitaciones de monjes que vivieron y murieron en las inmediaciones-, es fácil localizar un laberinto subterráneo que lleva al desagüe, pero que ofrece esta imagen parecida a la ventanita de cualquier sala de interrogación de la PGJ.

Seguramente los clérigos de hace 150 años, que carecían de películas tipo Jigsaw u Hostal y que no tenían que temerle a judiciales michoacanos, diputados o narcos; tenían pensamientos más vírgenes y prístinos, por lo que correteaban sin miedos por estos oscuros pasillos. Es posible que la virginidad se les olvidara si iban en pareja, pero esa es otra historia.

Decía; en este espacio hace frío, pero frío de vivos; se percibe un acurrucante y tímido aroma a moho y a tierra, las paredes de piedra evocan paz… Pero el elemento que francamente saca de pedo es la ventanita a mitad del pasillo principal; es como estar a punto de morir por una infección provocada por cenar pambazos con salsa Tabasco: Todo es negrura, sólo se vislumbra una luz al fondo que te invita a soltarte todito, dejar que tus 21 gramos fluyan hacia el infinito.

Si algo vemos al morir, espero que no sea esto. Sería demasiado comercial, poco creativo y francamente desquiciante.

martes, 3 de agosto de 2010

AmoresPerros

Que quede claro: Yo no me sorprendí por el tamaño de Poncho, el más inmenso Gran Danés visto, sino porque su dueño, un amigo mío, es tan pendejo o tan macho que le metió la mitad de la cabeza a su hocico.

Evidentemente, yo tenía que documentarlo.

Algunos hombres extremos se atreven a cruzar la ciudad de México en viernes de quincena con lluvia y a las 7 de la noche, otros se atreven a interpelar a Elba Esther Gordillo en público… pero los más inconscientes tienen en su casa animalitos como éste. Es una bestia (me refiero a Joselo, mi amigo). Poncho falleció ya – que Cancerbero lo tenga en su santa gloria-, pero la bestia (me sigo refiriendo a Joselo) adoptó a Barak, otro perro de la misma raza, pero más cabrón.

Poncho era sumamente delicado, comprensivo y entendido; obedecía las órdenes de su dueño a pesar de que éste pesa 49 kilos, pero tenía un lado oscuro, un desquicio: Las bolitas de plástico que envuelven a los aparatos electrónicos y que todos tronamos.

Un día de cervezas, Joselo tuvo la ocurrencia de aventarme un pedazo grande de bolitas de plástico y Poncho me miró fijamente. Dobló sus patas delanteras. Ladró. Desde entonces sé lo que es el pavor a los perros.

Espero que esta foto de celular sea prueba más que fiel de que la vida está llena de preguntas: ¿Cómo puede una bestia (Joselo) dominar a otra bestia (Poncho)? ¿Cómo puede un perro tan cabrón ser tan dócil (me refiero a Poncho)? ¿De qué están hechos nuestros miedos?

lunes, 26 de julio de 2010

¿Cómo se verán sin maquillaje?

En el desfile del Orgullo Gay de 2009 estaba ella… él… esta persona. No sé si fuera mejor un desfile o un desinfle para ella… él… esta persona.

En fin, que en el divertido y pintoresco evento se apersonaron la doble (de cintura) de Divine, conocido personaje ambivalente del High Energy, la del vocalista de The White Stripes versión hardcore y la de atrás en la foto, que debe ser la doble de Mick Jagger en los años 70 o de Dolly Parton hace tres días.

Lo mejor de esta imagen es lo que no se ve, por ejemplo, un carro alegórico con Los Osos, hombres gays tipo motociclista de Harley-Davison, pelo en pecho y medias de seda; un chavo vestido de Chimalpopoca con atuendo de guerrero flamingo, varias mujeres de Lesbos, feas pero viriles, y una enorme bola de babosos a la que me sumé para confirmar que no nada más los charros y los indios Zacapoaxtlas tienen vestimentas de Los Muppets.

Volviendo a The Supremes, o sea, a los tres hombres… mujeres… personas de la foto, quiero reconocer su valor: No cualquiera recorre la avenida más importante de la ciudad de México con tanto porte y convicción (nuestros partidos políticos desearían seguidores así de fervientes… y ardientes). Es más, se requiere una actitud temeraria para dejarse tomar fotos en las que lo más estético es el tráiler del fondo.

martes, 20 de julio de 2010

Árbol cachondo

No sé si a todos los que vean esta foto les pase lo mismo, pero yo vi las raíces expuestas de este inocente árbol y comprobé que son eróticos, los arbolitos…

Hace falta un poco de suciedad mental, lo acepto, para irse por este camino mental: Vaya, es que se me ocurrió que son raíces que están desnudas; la mayor parte de los árboles son pudorosos y no andan mostrando sus cositas así, tan al aire. Esconden todo lo escondible para que a los simples mortales nos cueste tanto trabajo notarlas que tengamos que escribir poemas o capturar con el celular la escena citadina.

Pero lo más importante no es el lado cochino del asunto, sino que, en su conjunto y mirado en blanco y negro, esas protuberancias naturales parecen estar abrazándose entre sí con cariño; se entremezclan con la tierra, se cachondean, tallan dulcemente sus extremidades mientras el aire sopla apenas. Juro que este texto no lo saqué de una revista porno barata.

Es complicado ponerse un tanto bucólico en las inmediaciones de Coyoacán a una cuadra de un puesto de tacos de canasta, pero el mediodía de un domingo tiene “capacidades diferentes”. Una mente extraviada es capaz de clavarse en nimiedades, si no me creen, pregúntenle a cualquier pacheco.

domingo, 18 de julio de 2010

Como de Pink Freud...

Que me descuido y ¡madres! Me salió esta foto rara; me encanta porque no tengo peregrina idea de lo que quise fotografiar, pero sí sé lo que tomé: Tequila. Si el agave provoca esto, entonces lo seguiré ingiriendo sin medida.

Me encantan los cielos abiertos y las tomas en perspectiva, especialmente las edificaciones, cimientos y torres de metal que pregonan que algo va a ser construido en breve. Ese día viajaba en San Luis Potosí con mi novia en un taxi, me acuerdo, lo que no me queda claro es dónde ni cómo ni cuándo… Esto es lo maravilloso; simplemente tengo la imagen más en mi cabeza que en un archivo del celular y me mueve un shingo; siento como que fue un día que no me dejé ser yo, es decir, que me solté todito, por eso la foto salió tan extraña.

Quiero mencionar dos cosas: En primera, el “aceite” que se ve abajo a la mitad de la foto, lo que indica que NO SOY FOTÓGRAFO, y lo segundo es que… ¿qué chingados se atravesó entre el faro, los postes de luz y el sol? Ya sé que fue un avión de propulsión, pero lo más weirdo es que no lo notamos hasta que lo vimos en la pantalla de la computadora.

¿Será que las cosas más maravillosas de la vida se apresentan sin avisar y sin explicación?

Seguro no es un OVNI de los de Maussan, no obstante, la gráfica me sigue llenando de emoción durante varios minutos intercalados de mi vida.

domingo, 11 de julio de 2010

Árboles de fondo... de pantalla

Todos los días están los árboles por encima de nosotros, cualquiera como yo puede alzar la cara y tomar una foto. Ésta en particular tiene como virtud que fue en un día bueno, uno désos en los que nada nos cambia el buen humor.

Los troncos se muestran negros como trazo en PhotoShop, casi plásticos, carentes de vida e ingrávidos, pero algo en ellos nos dice que la vida les recorre sus betas. Quizás sea la combinación con el azul normal de cielo lo que resalta su oscurecimiento y les da personalidad.

Para la gente normal como nosotros, los árboles crecen nomás porque crecen, pero si nos detenemos un poco a natosear, es decir, a dejar que nuestros pensamientos sean nata y nos dejen en la superficie lo más sabroso de la leche de nuestras existencias, encontraremos que las ramas y sus hojas y son objeto de culto, incluso representación de nuestro devenir.

Oooora, me puse fértil.

El chiste es que, el martes que tomé la foto, iba caminando por una calle como hay decenas en la ciudad, pero me tropecé y voltié pa’rriba como reacción. Pensé en ese momento, “Chidos los arbolitos, ¿qué estarán pensando?”

Nada pensaban los árboles, pero yo imaginaba por ellos. El resultado es la foto.

domingo, 4 de julio de 2010

"Mírame a los ojos"

Yo no sabía si este burro me intentaba hipnotizar o si estaba reconociendo rasgos de familia en mi cara, pero se me quedo viendo fijamente.

En primera instancia pensé que traía la barba de Peter Gabriel o del vocalo de Bersuit Vergarabat, pero en un segundo vistazo confirmé que era parte de la cuerda alrededor del cuello; entonces recordé que, mientras yo estaba de vacaciones en un lugar alternativo de Querétaro, él estaba trabajando. Seguramente trabaja más de doce horas y no tiene muchas gratificaciones; es posible, a partir de su flacura, deducir que su alimento y el de su dueño es escaso. Entonces dejé de pensar por un momento; comenzaba a sentirme simbólico y reflexivo en un momento inadecuado, por eso dejé al burro para continuar por la carretera.

La mayor parte de la gente tiene a los caballos, delfines, leones o perros como animales preferidos; yo por mi parte prefiero a los binturongs (sí existen), a los tigres blancos y a los burros; estos últimos me caen bien porque son aguantadores y fieles, tienen una bella mirada de resignación y no se parecen en nada al pinche burro de Chrek.

En el momento de la foto, esperaba de corazón que me dijera el animal “vete, no hay bronca, voy a estar bien”, pero los burros no son tan brutos y saben que, si llegan a hablar, muchos alcaldes, publicistas y abogados tendrían una seria competencia profesional.

miércoles, 30 de junio de 2010

La luna entre cuatro paredes

Muchos trovadores, librepensadores y amantes de la Nueva Torta Cubana han intentado aprisionar a la luna y los simbolismos que la acompañan; yo lo logré con una mugre foto de celular. Ahí está, pequeña, quietita y en medio de la nada, como coqueteándome a lo lejos e ignorando a ésos que le han declarado su bohemio amor.

Adorar a la luna es fácil en una comedia romántica del cine porque ahí se evitan los cables de Telmex y los tubos del boiler, sin embargo nosotros, los simples mortales, también podemos voltear para arriba a mirarla un rato porque ella pa’bajo no sabe mirar.

A mí la luna bonita y poética de calendarios me viene guanga, pero ésta me robó unos minutos debido a su discreto tamaño -me imaginé diciendo “¿Me da una luna talla 6?”-, a que el sol aún parece brillar todavía mientras atardece y a que yo no la estaba buscando, simplemente la encontré de la forma más pendeja mientras volteaba hacia arriba para asegurarme que no llovería ese día. Ahí estaba, pequeña, quietita y en medio de la nada.

¿Ven que siempre estamos fastidiando con aquello de “la otra cara de la luna” y metaforizando al respecto? Pues yo me quedo con este lado, el casual, el que no es pretencioso porque aparece entre cuatro paredes blancas y medio mugrientas.

Es la luna antes de maquillarse para el antro o la foto.


martes, 22 de junio de 2010

Noo, pos sí...

O sea… ¿cómo? Vaya, no es que yo necesite que un antro de música cubana esté abierto un martes a mediodía, pero el letrero es de lo más surreal, paradójico, kitch… Vaya, muy mexicano.

Es imposible dejar de notar que las letras parecen recién escritas con gis en el pizarrón, lo que le da un toque campechano y fresco al mensaje por demás extraño. Imagino al gerente del lugar marcándole en la mañana a Don Sebas, el responsable de intendencia, para que no se le olvidara anunciar puntualmente que el lugar, a leguas cerrado, oficialmente está abierto sin importar críticas e incongruencias. No sé porqué me viene a la mente el discurso de cualquier político, que ante la evidencia se aferra a la “versión oficial”: Abierto, pero cerrado.

La falta de paseantes sorprendidos añade dramatismo a la imagen; pareciera una désas metáforas de Buñuel en Los Olvidados o un freeze frame de La Ciencia del Sueño, de Michel Gondry, aunque la basura al lado del tanque de gas abandonado irresponsablemente a la derecha hacen evidente que es una colonia cualquiera del Distrito Federal.

Estoy seguro de que André Breton se habría hecho pipí de éxtasis ante esta manifestación pura de surrealismo abstracto, lo preocupante es que, de haber permanecido más tiempo el letrero, seguramente habríamos visto una fila enorme de señoras treintonas en minifalda y de mulatos con zapatos blancos de charol pidiendo acceso a un antro abierto, pero cerrado.